Sólo sueño, a sabiendas de que mis sueños no se harán realidad y fumo, a sabiendas de que el humo me consumirá. Y ver que me consumo al igual que mis sueños, me hace llorar. Y hasta las lágrimas se consumen conmigo. ¿Y qué me queda, pues? Seguir fumando, al menos el humo me distrae.
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