Cuando la vida te abofetea una y otra vez, intentas levantarte y seguir adelante, esquivar los malos recuerdos y disfrutar de lo bueno del presente. Pero, a veces, la realidad depara sorpresas nunca antes imaginadas propias de cualquier programa de desgracias y miserias; de esas que no puedes soportar a menos que te tomes una cesta de antidepresivos como si de palomitas frente al televisor se tratasen. La vida es dura, qué duda cabe. Pero sólo cuando te golpea cual listón astillado de madera te das cuenta de que es más que dura, es una mierda, una mierda repugnante y nauseabunda, y nosotros nos deslizamos sobre ella arrastrándonos como gusanos que intentan sobrevivir, ignorando el hedor que desprendemos.
Siempre me he preguntado si la felicidad existía, en tanto que anhelaba y deseaba sentirla. No sé si existe y tengo miedo de no saberlo jamás. Quizá hoy sea el principio del resto de mi vida. Soy joven y espero que sea larga y duradera, pero quizá nada vuelva a ser como antes.
Adiós.
Hace 2 años
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