miércoles, 13 de enero de 2010

Luces de neón

Verter el vodka en un vaso de cristal y sumergirme en él. Fumar yerba para olvidar donde me he sumergido. Pensar que la vida no es real, que todo es un sueño que terminará en una gran explosión psicodélica de colores y luces de neón acompañada de los éxitos más poperos de Madonna. Estoy renovando mi fondo de armario, para que no me pille desprevenido y tenga algo en mi haber para la ocasión. Y compraré serpentinas y confetis, y un gran lazo rojo, y unos zapatos de tacón y me los pondré y caminaré sobre ellos cuando todos me miren como en un desfile de Dior. Y me pintaré el pelo de azul para no desentonar, para dejar de ser invisible, para que todos sepan quién soy y me odien y me teman y se aprovechen de mí. Llevaré un bolso enorme para que me quepan cien botellas de alcohol y un estuche para poder drogarme sin cesar, y todo será para mí y para aquéllos con quienes lo quiera compartir. Y terminaré en una cuneta, si es que aún existen, medio drogado, medio inconsciente. Y me preguntarán mi nombre y no sabré qué responder porque ya no tendrá sentido repetirlo. El dolor ya no será dolor ni el sufrimiento tendrá cabida entre las luces de neón.

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